martes, 27 de julio de 2010

Se merecían otra cosa

31 temporadas en el club entre ambos, 1238 partidos, 394 goles. Dos símbolos absolutos del madridismo, Raúl y Guti, que merecían salir del club de otra manera.

Los dos capitanes se despidieron casi a escondidas, casi en el anonimato, como dos jugadores más cuando obviamente no lo son. Guti y Raúl no pueden aspirar a menos que a un Bernabéu lleno en día de partido y 100.000 personas puestas en pie rindiendoles el mayor de los homenajes. No un Bernabeu a 10% de ocupación un Lunes de Julio a las doce de la mañana como si fuera la presentación de un jugador del Castilla.

El Real Madrid siempre ha cuidado al máximo los detalles, pero en este tema ha obrado sumamente mal. No puede ser mayor el recibimiento a Guti en Turquía que su despedida en Madrid. No puede ser que Van Nistelrooy, al que admiro y quiero profundamente, tenga una despedida mucho más emocionante que las de los dos capitanes eternos de la plantilla. Porque no, por una cuestión de imágen y de coherencia con la historia. Siempre ha sido el Barcelona el especialista en salidas por la puerta de atrás, en distanciamiento con sus ídolos, y al Real Madrid le convenía que esta imagen no se revirtiera.

Sin embargo Guti ha salido tras meses de tira y afloja, de ahora sí ahora no, en los que la situación se ha llegado a enturbiar tanto que se ha llegado a hablar de acudir a entrenamientos con notario y algunos feos asuntos más; y Raúl envuelto en la polémica sobre si debía o no debía perdonar su último año de contrato. Situaciones habituales y hasta cierto punto normales en la salida de cualquier jugador, pero ni Guti ni Raúl son jugadores "cualquiera" y el Real Madrid debe de saberlo y obrar en consecuencia. La primera intención del equipo debe ser siempre tratar de que los emblemas del club se retiren en el club, pero en caso de que decidan hacerlo fuera el Real Madrid no puede dedicarse a poner trabas y palos en las ruedas, sino a facilitar las cosas lo máximo posible y tratar de que la situación fluya con naturalidad. No lo ha conseguido.

No obstante, todo eso ya es pasado y ahora sólo queda desearles suerte allá donde estén. No me cabe duda de que Guti la tendrá, pues en su particular pasión turca va a disponer de todos los elementos que siempre ha deseado para triunfar. Una afición volcada sin miramientos, un equipo en el que es la estrella indiscutible, un aurea de heroe que le encanta, un entrenador que ya antes ha confiado en él como es Bernd Schuster y una ciudad con menos posibilidades de acostarse cada día a las 6 de la mañana que Madrid. Jugadores mucho más cascados que Guti han hecho carrera por aquellas tierras, y Guti en un dedo tiene calidad más que de sobra para dominar un fútbol como el turco, no tengo dudas.

Pero por otra parte, lo de Raúl no lo veo. Sus mejores tiempos pasaron hace ya un par de años y si en el Madrid ha seguido jugando ha sido por el valor del nombre y la camiseta y no por su nivel de juego. En un equipo extranjero en el que el nombre se lo tiene que hacer pero el nivel sigue siendo el mismo, su situación parece complicada. Una temporada exitosa de Raúl sería la prueba irrefutable de que el Ave Fénix existe, pero de verdad se me hace muy difícil imaginarlo. El sitio de Raúl era este, en su casa, con su gente, asumiendo su papel como ha hecho este año. Como hizo Sanchis en su día, o como sin ir más lejos hizo Materazzi con Mourinho en el Inter la pasada temporada.

En cualquier caso nadie alberga ninguna duda de que el futuro de ambos, o almenos sí el de Raúl, está inevitablemente ligado al del Real Madrid. Como entrenador, como preparador, como director deportivo, como presidente o como todo al mismo tiempo, Raúl y Real Madrid serán uno hasta el fin de los días. Que así sea.

Confeti para Valdano.

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