No es precisamente la fotografía más bella de cuantas se han hecho en la historia del fútbol, pero sin duda es la imagen más expresiva sobre el tema del que se discute hoy en muchos puestos de trabajo, bares y casas. La fea entrada de Thomas Ujfalusi a Lionel Messi en el Atlético 1-2 Barcelona de ayer ha sido objeto de múltiples opiniones y polémicas.
Es posible que todo nazca de la famosa frase de Mourinho, en la que pedía protección para Cristiano Ronaldo y, extrapolando, para todos los cracks de nuestra liga. Esa frase generó un debate en su día, ya que lo correcto es que no sólo sea Ronaldo el protegido, sino que todos los futbolistas que exponen sus piernas durante 90 minutos merecen que si alguien transgrede los límites sea sancionado. Posiblemente, si Messi se hubiera podido retirar ayer por su propio pie, la entrada de Ujfalusi habría quedado como "fruto de las prisas por empatar el partido". Pero Leo abandonó el terreno en camilla y estará como mínimo 10 días de baja por el esguince que le provocó esa patada del defensor colchonero.
No tiene sentido, como atlético que soy, tratar de defender la acción de Thomas, pero sí puedo explicarla: la entrada es feísima, durísima y merece la roja, no creo que haya dudas sobre ello. Pero es injusto que ahora Ujfalusi pase a la historia como un carnicero. La entrada es claramente fruto de la necesidad imperiosa por recuperar el esférico que se tiene cuando en el tiempo de descuento se va perdiendo de un gol. La entidad culé trina porque consideran gravísima la falta, y otros muchos aficionados se han escandalizado por lo que consideran una entrada barriobajera y asesina (palabras textuales). No podemos exigir una sanción descomunal a un jugador que no ha ido a hacer daño, sino a intentar que la jugada del Barça no progresase, habida cuenta del marcador existente.
No tildemos de alevosa esta jugada, porque no hay ninguna intención de lesionar a un jugador. Sí podemos entrar a considerar cómo reparten justicia los árbitros, o cuánta ineptitud pueden atesorar si lo prefieren. No hay que remontarse a más que la jornada 2 para ver que el Kun Agüero, una pieza fundamental del Atlético y que ayer podría haber sido un revulsivo para cambiar el resultado, sufrió otra entrada fuerte, por detrás, por parte de Gurpegi. Era aún más improbable que llegase al balón, pero hizo la falta con el mismo objetivo: cortar lo que podía ser el 0-2 en aquel momento (a falta de bastante para acabar el encuentro). El colegiado, a pesar de que era el último defensor, sancionó la jugada con amarilla.
En absoluto quiero con esto perdonar a Ujfalusi o tratar de restar gravedad al asunto. Pero lo que es de hipócritas es querer insultar y menospreciar al jugador atlético por esta jugada cuando en primer lugar es una exageración y cuando en segundo aplicando el rasero de San Mamés tendría que haber sido amarilla (en este caso, Thomas tenía ya una anterior, si bien podría ser que no la tuviera). Admito las críticas por la entrada, pero en todos los sitios cuecen habas y no podemos sacar de contexto una entrada que no es más que eso: una entrada dura y justamente castigada.
No hagamos de esta falta un mundo (y mucho menos un mundo con invenciones como la supuesta alevosía) sólo porque el afectado se llama Messi y fijémonos en otras cosas como presión a los colegiados desde la prensa, o lo que todos consideramos como arbitrajes penosos, por ejemplo. Las entradas duras y lesiones son parte del juego, y así es para todos. Mal que les pese a algunos.
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