Perder siete partidos consecutivos siempre es un síntoma preocupante. Pese a que cinco de ellos sean de pre-temporada, la lectura de una racha semejante es clara: el Fuenlabrada no está donde le gustaría a estas alturas del año. Las causas, varias. En su búsqueda andan los de Fisac, que recibieron la ayuda de un sólido y talentoso Manresa que se las puso en la cara bruscamente.
Era el primer partido en casa, el regreso en competición oficial al fortín amurallado del Fernando Martín. Pero este año el puente levadizo resistió poco, y Manresa lo asaltó a las primeras de cambio. Al inicio de la batalla el Fuenla pegaba aquí y allá, Mainoldi y Penney blandían espadas y flechas, respectivamente. Desde lejos, el alero neozelandés dió un recital, uno más, de calidad, precisión y finura. Mainoldi le acompañó por dentro, haciéndose grande obligado por un empequeñecido Sené que está sumamente lejos aún de sus aspiraciones de gigante. Fuenlabrada estaba cómodo, dominaba, corría y llevaba el partido a su terreno, aunque este fuera farragoso de tanto en tanto en las manos de Colom. Manresa aguantaba sin irse del partido en ningún momento, con Asselin como protagonista y Álex Hernández como invitado final del cuarto con un triple estratosférico desde medio campo que dejaba el marcador al final del primer envite en 20-19.
Salvarse de la quema en el primer 'punch' del Fuenlabrada le dió alas a los de Ponsarnau. Javi Rodríguez se subió al caballo y empezó a entrar en la zona local como Pedro por su casa. Conectó con sorprendente facilidad con Asselin, Doellman y con cualquier otro que pasase por allí. Ni Laso, ni Sené, ni Musli que debutaba pudieron frenar la sangría interior. Los catalanes movían la bola con magnífico criterio provocando siempre emparejamientos descompensados en el poste. Hasta en cuatro ocasiones consecutivas un pívot manresano anotó en el poste ante un pequeño de los locales. Si en defensa la cosa pintaba mal, en ataque las noticias eran pésimas. Sólo Penney mantuvo el ritmo para llegar con 14 puntos al descanso, del resto no llegaban ni mensajes de SOS. Los tiros no entraban y la zona no existió. Resultado, parcial de 9-20 y Manresa diez arriba al descanso, 29-39.
La muralla empezaba a presentar algunos agujeros feos y la noche amenazaba. Es lo que tiene el horario golfo y que la liga se llame Endesa, hay que gastar luz. Chispeante.
Fisac llamó al cuerpo de albañilería en el descanso. Había que tapar los agujeros inmediatamente, y allí acudieron raudos y armados de yeso y paleta Mainoldi, Barton y Sergio Sánchez. Los tres con mono y coraje servil, pero con la gracia necesaria para darle su toque personal a la ñapa. Mainoldi se convirtió en lo que debería ser Sené en un lado de la pista y en Penney en el otro. Sergio Sánchez le asistía y le creaba su ritmo y el checo Barton iba puliendo los desperfectos. Todo bien de no ser porque al otro lado no se iban a rendir de ningún modo. Aún cuando Fuenlabrada llegó a empatar el partido (48-48) la sensación reinante era de que Manresa aún era muy fuerte, y vaya que si lo fue. Apareció de nuevo Javi Rodríguez, el búlgaro Adam Hanga dió tres o cuatro pasos al frente y la cosa quedó como antes en un abrir y cerrar de ojos. Con poco, el Manresa dejó el vendaval fuenlabreño en nada. 50-59 al final del tercer asalto.
Los visitantes hicieron gala de una extraordinaria continuidad en su rotación. Con un presupuesto ceñido, Manresa ha construído el que puede ser el mejor juego exterior de su historia reciente. Con el talento de Hanga, la veteranía de Román Montañez, la sorprendente versión colectiva de Marcus Landry, el tenaz Palsson y la recuperación de Gladyr y Downs, lesionados, tienen la cosa asegurada. Funcionaron como un metrónomo, sin brechas, constantes, con rectitud. Tenían una renta que defender y una muralla que derribar, y lo iban a hacer.
Fuenlabrada se emperraba en reducir distancia a base de triples, y el banquillazo a Sergio Sánchez tras un muy buen tercer cuarto no le hizo ningún bien al equipo. Se perdieron las ideas y Manresa no tuvo problemas en frenar el previsible ataque local. Además, en ataque los visitantes gozaban de segundas, terceras y hasta cuartas oportunidades en cada ocasión merced a la sangrienta carnicería de la que fue víctima Fuenlabrada en el rebote ofensivo. Las cartas estaban sobre la mesa y al 'Fuenla' le pintaban bastos. Se llegó a poner a tres en un último rush de Mainoldi, pero le dieron capote. Pesó la veteranía de Javi Rodríguez y el buen hacer general de Manresa, que mereció sin dudas la victoria final por 73-79.
Con la muralla en mal estado y la moral de las tropas bajas, al 'Fuenla' no le queda otra que rugir con ganas el Domingo ante Estudiantes, que llegará también con el rabo entre las piernas después de merendarse un pepino de tres kilos en su visita al Palau. Eso, y esperar a Ayón.
73- Baloncesto Fuenlabrada: Colom (7), Muñoz (0), Penney (19), Mainoldi (22), Sené (4) - Laviña (0), Vega (0), Barton (8), Laso (6), Musli (0), Cortaberría (0), S.Sánchez (7)
79- Assignia Manresa: Rodríguez (7), Montáñez (3), Palsson (5), Doellman (16), Asselin (14) - Hernández (7), Hanga (14), Achara (8), Landry (3), Oriola (2)
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