Los sueños siguen vivos
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Valladolid se llevó el gato al agua en un partido que nadó en aguas profundas. Igualdad máxima durante todo el partido, solo rota por la mayor concentración local en los últimos minutos. Fuenlabrada, que notó la baja de Valters en la segunda parte, terminó cayendo por 72 a 68.
Cuando pensamos en una final, quizás nos vengan a la cabeza las equipaciones del Real Madrid, del Barcelona, del Caja Laboral. Pero si desplazamos el dedo y la mirada hacia abajo y leemos la siguiente acepción de nuestro particular diccionario, seguramente aparezca una ilustración del partido disputado hoy en el Polideportivo Pisuerga de Valladolid. Valladolid y Fuenlabrada, ambos con un objetivo onírico a principios de temporada, unos a un paso de conseguirlo, los otros a dos. Todo en juego.
El pabellón, engalanado y lleno hasta la bandera gracias a los populares precios de las entradas. Y sobre la pista, en los primeros minutos, sólo un equipo, el local. Valladolid salió muy enchufado, cerrando líneas de pase, corriendo y anotando con relativa comodidad. Los vallisoletanos explotaban con acierto su arsenal exterior: Slaughter, Diego García y Robinson ponían las primeras distancias del partido (11-4). Fuenlabrada, de momento, tardaría un poco más en comenzar a explotar su principal amenaza anotadora. Pero no demasiado. Rápido reaccionaron los de Maldonado, atrás y adelante, comandados por un Lubos Barton que va cogiendo el tono de forma a medida que se acerca el final de temporada. El checo se convirtió en la referencia en ataque y en defensa consiguió secar a Nacho Martín, que había comenzado a entonarse y que amenazaba con repetir una actuación como la de la primera vuelta en el Fernando Martín. También se enchufó Mainoldi, también en estado de gracia, y Fuenlabrada consiguió cerrar el primer acto uno arriba en el marcador: 15-16.
El inicio del segundo cuarto fue el momento de Robinson. El americano tomó las riendas del equipo, le insufló una marcha más, un nivel más de agresividad y de velocidad en la transición y los locales llegaron a escaparse de ocho (31-23), tras un parcial de 16-4. Fuenlabrada volvía a dudar en ataque, pero encontró receta contra el aciago día en el tiro en una defensa dura y agresiva que secó en la segunda mitad del cuarto al conjunto pucelano. Los puntos visitantes llegaban con cuentagotas, con la frecuencia de una extracción petrolífera en el medio del Mediterráneo, poco a poco, pero llegaban. Granito a granito, el partido llegó al descanso con igualdad casi máxima. Los altibajos en el juego no se reflejaban en el marcador, ahora era Valladolid quien mandaba por uno: 33-32. En ambos equipos aspectos a mejorar: en Valladolid el rebote, catastrófico, permitiendo a Fuenlabrada capturar hasta 10 ofensivos en la primera mitad; en Fuenlabrada, el tiro exterior: 3 de 16 frente al 3 de 6 local. Factor diferencial. Y además, mucha preocupación en los fuenlabreños por una inoportuna lesión de Kristaps Valtetrs, aquejado de un dolor en la espalda que le mantuvo alejado del parquet el resto del partido.
Tras el descanso, Fuenlabrada comenzó mejor. Apareció por fin en ataque Ayón, también Colom y Rabaseda. Los locales no eran capaces de frenar el repertorio de recursos madrileño: por dentro y por fuera hacían daño los de Salva Maldonado, que se despegaron hasta por seis. Pero otra vez se puso las pilas Blancos de Rueda Valladolid, y aprovechando dos despistes fuenlabreños aprovecharonn para recordar distancias y volver a recuperar la iniciativa en el marcador. Maldonado volvió a jugar la carta Mainoldi, y le volvió a salir bien. El argentino, de dulce desde el 6.75, afinó la puntería y puso a Fuenlabrada por delante, pero Dumas sobre la bocina del tercer cuarto puso el 55-54 provisional aprovechando una magnífica penetración, el arma con el que más daño hizo Valladolid durante todo el partido, especialmente tras la lesión del letón Valters.
Los de Maldonado notaron dramáticamente la ausencia de su base titular. Colom, desafortunado en el día de ayer; Cortaberría, muy errático y perdiendo demasiados balones; y Rabaseda, claramente fuera de lugar, no acertaron a dar un relevo acertado a Valters. Fuenlabrada echaba en falta además sus canastas imposibles, sus triples fuera de sistema, su factor sorpresa. Sin él, el juego fue previsible en inicio y desesperado al final. Valladolid se mantuvo en la brecha constantemente, a ritmo regular y animado por un Pisuerga fuera de sí. Uno arriba, dos arriba, tres arriba, esperando el fallo del Fuenla que permitiese el arreón definitivo. Y llegó. Un par de pérdidas consecutivas, dos buenos contraataques culminados con fuerza y el partido decidido. Siete arriba a falta de menos de dos minutos. Fuenlabrada, inexplicablemente, no buscó a Mainoldi y dejó la responsabilidad en manos de Colom, que no respondió con solvencia. Los de Fisac, al que su público coreó en los últimos minutos, gestionaron bien las ventajas y no dejaron escapar la victoria, que les mantiene de lleno en la apasionante lucha por el Play-Off. El Fuenla consiguió ponerse a dos con un triple de Mainoldi a cuatro segundos del final. Sin embargo, al buscar la falta y llevar al Valladolid a los tiros libres, los árbitros interpretaron antideportiva y finiquitaron el partido definitivamente. 72-68.
Valladolid salvó su primer match-ball, y ahora está obligado a ganar en Sevilla y esperar un tropiezo ajeno para certificar su pase a la post-temporada. El primer paso está dado. A Fuenlabrada le basta ganar en casa a DKV para estar clasificado pase lo que pase. Si pierde, necesitará un pinchazo de Valladolid en Sevilla o de Unicaja en Barcelona. Hagan juego.
72- Blancos de Rueda Valladolid: Dumas (12), García (8), Robinson (16), Martín (6), Slaughter (9) - Van Lacke (0), López (3), Báez (13), Ruiz (5), Stanic (0).
68- Baloncesto Fuenlabrada: Valters (4), Kus (5), Laviña (3), Barton (12), Ayón (4) - Mainoldi (21), Colom (7), Guardia (2), Cortaberría (0), Rabaseda (10).
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