¿Para qué se ha ido Biyombo a Portland en medio de la temporada? Es la pregunta que rondaba por las mentes de buena parte de los aficionados al baloncesto, españoles en general y fuenlabreños en particular. Para jugar una pachanga, decían unos; para perder el tiempo, otros; para abrirse las puertas de la NBA, algunos menos. A toro pasado, podemos decir que para hacer historia.
La del Rose Garden ha sido la decimocuarta edición del Nike Hoop Summit. Torneo que ha sido testigo de grandes actuaciones y grandes futuras estrellas. Rápidamente vienen a la cabeza nombres como Kevin Durant, Dirk Nowitzky, Kevin Garnett o más recientemente John Wall. Partidos como el de Enes Kanter el año pasado, cuyos 34 puntos de aquella noche aún hoy le siguen asegurando un puesto entre los 10 primeros del Draft de 2011, pese a haber estado toda la temporada inactivo por un problema contractual que le impidió jugar en la NCAA. Nos vamos haciendo una idea de la magnitud del evento, que se celebra durante toda una semana ante la atenta mirada de todas las franquicias NBA, con sus respectivos general managers incluidos en muchos casos.
Muchos años, muchos jugadores, muchas estrellas, pero ninguna actuación como la de Bismack Biyombo en la pasada madrugada del Sábado. 12 puntos, 11 rebotes y…¡10 tapones! para completar el primer triple-doble de la historia del torneo. Ya desde su llegada la prensa especializada comenzó a centrar su atención en el pivot congoleño. Las medidas oficiales del primer día dejaron boquiabiertos a propios y extraños: 2.05 de alto y 2.31 de envergadura. La noticia corrió como la pólvora y a las pocas horas y tras las primeras sesiones de entrenamiento del seleccionado mundial, comenzaron a aflorar las voces que comparaban a Biyombo a nivel defensivo con jugadores de la talla de Dwight Howard o Ben Wallace. Jonathan Givony, uno de los más afamados bloggers de la prestiogiosa web DraftXpress, no paró durante toda la semana de dar buena cuenta de la notoriedad que el joven pivot congoleño estaba adquiriendo y de cómo sus aspiraciones en el próximo Draft de la NBA subían como la espuma a cada día que pasaba. “Su intensidad, su físico, su lectura del juego…es un auténtico espectáculo” comentaba otro periodista americano en los días previos al partido.
Por fin, el Sábado llegó la hora de la verdad y el balón se echó al aire a las 4 de la mañana hora española. Enfrente, una generación verdaderamente brillante: el espectacular Austin Rivers (hijo de Doc Rivers), el potentísimo Brad Beal y el trío mágico de los recruits de Kentucky University para el año próximo: Anthony Davis, Michael Gilchrist y Marquis Teague. Mucho talento. Biyombo empezó impetuoso, como siempre, algo pasado de revoluciones, pero intimidando como el que más. Al término del primer cuarto ya había colocado dos tapones y comenzaba a imponer respeto en las zonas. Era prácticamente, junto al polaco Ponitka y el francés Evan Fornier, la tabla a la que agarrarse por parte del World Select Team. Poco a poco empezaron a llegar balones a Bismack en ataque, a los cuales respondió con cuatro puntos consecutivos: un posteo con sensacional remontada por línea de fondo y un mate de los que hacen peligrar la integridad de la canasta tras rebote ofensivo. Empezaban los murmullos.
Pero en la segunda mitad, los murmullos se volverían locura, en la grada y en las redes sociales, cuando Bismack, ‘el saltador de cobre’ como lo bautizó Daniel Barranquero en ACB.COM empezase con su particular festival. En ataque, se hinchó a rebotes ofensivos y pudo por varias ocasiones notar el frío tacto del aro al machacar la pelota, aunque afeó algo su faena desde la línea de tiros libres. Pero en defensa, dejó claro a todos los scouters que lo que habían visto durante toda la semana no había sido un espejismo: es un auténtico portento del tapón. Uno, y otro, y otro, y otro, y otro, a cualquier americano que osara entrar en la zona del combinado mundial se le hacía de noche cuando observaba los poderosos 2.31 de Biyombo elevarse en horizontal para dibujar en el aire un sonoro: not in my house. A todavía un par de minutos para el final, el congoleño contaba ya nueve tapones en su cuenta particular, igualando el record de Saer Sene y de un tal Kevin Garnett, pero Bismack quería más, y no paró hasta que puso el décimo, quizá no el más ortodoxo pero sí, desde luego, el más histórico. “La diferencia con Saer Sene es que Biyombo hace esto mismo en un equipo ACB de Play-Off y sin ninguna experiencia previa, mientras que Saer Sene no era capaz de abandonar el banquillo del peor equipo de Bélgica” decía el antes mencionado Givony.
La valoración NBA de Biyombo ha subido como la espuma en pocos días. De no aparecer en las previsiones hace apenas un mes a situarse cómodamente en puestos de Lottery Picks (las 14 primeras elecciones), a la altura de Nikola Mirotic, Marcus Morris, Jordan Hamilton, la sensación de la Universidad de Texas o Jimmer Fredette, la mediática estrella de Brigham Young. Y por encima de otros como Kenneth Faried, de Morehead State y el más talentoso reboteador de la NCAA. No obstante, se le siguen reconociendo aspectos a pulir, principalmente su juego ofensivo y su rango de tiro.
Dicho todo eso, parece claro descartar que Biyombo haya ido a Portland a jugar una pachanga o a perder el tiempo, sino a dar un paso verdaderamente importante en su carrera. Las consideraciones sobre cual es la postura más acertada que el Fuenlabrada debería adoptar en este momento, las dejamos para otra ocasión, pero el partido del Domingo ante Estudiantes debería ser una pista importante.
“Intenté twittear algo, pero Biyombo lo taponó” – John Hollinger, analista ESPN.
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