Pasan los días y lo único que se sabe sobre el Fuenlabrada de la temporada que viene es que jugará en Alemania y Eslovaquia. Quién lo hará y con qué entrenador es harina de otro costal. No lo sabe ni el cura gay, tan famoso por estas tierras.
Desde hace meses se pregona que el primer movimiento del Fuenlabrada sería el de encontrar patrocinador. Sin embargo, a este ritmo puede parecer que además del primero será también el último, porque los avances son imperceptibles y el tiempo apremia. De eso se dan cuenta también en el club, y el orden de prioridades se altera de manera algo ilógica.
Maldonado, que había declarado que seguiría en Fuenlabrada si se le presentaba un proyecto viable, decide marcharse a Badalona. Mala cosa. Hace dos semanas de eso. Por lógica, el siguiente paso sería el de contratar un nuevo entrenador que pueda comenzar a planificar la temporada, pero no. Sin entrenador contratado ni en vías de serlo, el club llega a un acuerdo con el base francés Antoine Diot que finalmente se malogra por unos problemas financieros que Le Mans alega pero que nadie conoce. Sin el visto bueno del entrenador, porque no hay. La casa por el tejado.
Con lo del base en plano secundario, otra vez vuelve el tema del entrenador a primera línea de fuego. Nombres mil y certezas ninguna. A título personal, si tuviera que apostar, lo haría por Porfirio Fisac y más tras la renovación de Gustavo Aranzana en Cáceres. Fuenlabrada es ya la única opción que Fisac tiene de entrenar el año que viene en España, y me cuesta imaginar que tras la soberbia temporada de Valladolid se vaya a quedar un año en blanco y sin entrenar. A título personal, insisto.
Sobre el resto de candidatos, los últimos acontecimientos me hacen pensar que Casimiro podría volver a Pucela nueve años después; Vidorreta tiene contrato en vigor y Alicante una situación peliaguda, deportiva y económicamente; lo de Poch y Markovic me huele a humo y si vuelve Óscar Quintana tendrían que instalarse un par de extintores en el Fernando Martín para evitar incendios más que probables. Eliminación pura y dura. Todo esto suponiendo que Ferrán López no se saque el carnet de entrenador express y asuma la responsabilidad total, que todo puede ser.
La incertidumbre lo inunda todo en el entorno fuenlabreño. Quizás a consecuencia de los pedigüeños jugadores americanos que han hecho retrasar un tanto el ingreso del esperado millón y medio de euros por Gustavo Ayón, previsible patrocinador del equipo. Sea como fuere, la incertidumbre pocas veces es buena compañera de viaje, y haríamos bien en sacudirnosla más pronto que tarde, por el bien de jugadores, aficionados, entrenadores y, por supuesto, por el bien del club.
Reinventarse, sí, hasta que se acaban las ideas.
Confeti para Blakney.
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